miércoles, 21 de junio de 2017

LA CONTROVERSIA DE VALLADOLID, UN TEXTO SOBRESALIENTE DE MARÍA ELENA SARDI.

María Elena Sardi estrenó en la primera mitad del 2017 (su escritura data del 2013) La controversia de Valladolid, obra destacable por la forma en que esta escritora  imbrica distintos discursos  (autorreferencial, religioso, teológico, histórico, político y jurídico), sin que esa interdiscursividad resulte artificiosa o conspire en contra de la teatralidad.  El espacio  es el ensayo de una sala teatral  pero que se convertirá a lo largo del transcurso de la acción en el salón de la controversia y el claustro del  Colegio San Gregorio en Valladolid; el tiempo, tres momentos significativos: 1550, 1961 y el actual. Tres personajes masculinos, representados por las tres actrices que ensayan la pieza condensan el conflicto: Fray Bartolomé de las Casas, su oponente,  Juan  Ginés de Sepúlveda, y el teólogo Domingo de Soto, el  mediador. La autora también decide situar al  tribunal en el público.
El tema central, el debate sobre “los justos títulos de dominación de España en el  Nuevo Mundo”, se abre hacia otros que se encuentran interconectados: la legitimidad del accionar de los conquistadores, civilización y barbarie, los silencios de la historia oficial, el imperialismo las verdaderas conductas, las ficciones de la política, la ambigüedad y los límites de la argumentación.
El juego dialéctico entre  Sepúlveda, quien apoya jurídicamente la legitimidad de la conquista, y Las  Casas quien la cuestiona revela cómo ambos  pueden apoyarse en las mismas  fuentes jurídicas, bíblicas y filosóficas: Aristóteles, Séneca, el Libro de los Proverbios, el Eclesiastés, el profeta Isaías, San Mateo, San Agustín, San Isidoro de Sevilla. Sólo divergen en dos puntos: Francisco de Vitoria quien en sus escritos había expresado serias dudas sobre la conquista como una causa  justa y  por lo tanto es fuente sólo para el que fuera obispo de Chiapas; para el capellán de Carlos V y preceptor del príncipe Felipe, lo importante es basarse en textos jurídicos (el derecho de tutela, la idolatría, el canibalismo y las conductas antinaturales que predican los bárbaros y la necesidad de la evangelización.
 
Las distintas secuencias del debate son interrumpidas por la distancia crítica que generan las actrices, al comentar desde el presente el material escénico, mientras  beben y comen algo. La crítica apunta a la historia que calla el accionar de Carlos quien mandara secuestrar al citado  Vitoria y sus escritos (había propuesto  la creación de una confederación bajo la corona pero con indios propietarios que se  gobernaran), su ambivalencia frente a los encomenderos y los indios, los intereses económicos y políticos como motor de la convocatoria a las Juntas.
 
Las actrices, asimismo subrayan las coincidencias con el presente: el siglo XVI  con los imperios que  en la actualidad buscan expandirse destruyendo a los que  se les oponen; los indios exterminados,  los daños colaterales de Bush; los conquistadores, empresarios privados; la convocatoria a las juntas, una farsa que se actualiza, y después de  467 todavía se sigue debatiendo sobre lo que significó la Conquista. La frase de Leonor, “vivimos en el mundo de Sepúlveda”, sintetiza en el campo ficcional lo que Huizinga afirmaba en el campo de las ciencias sociales: “nuestra  cultura mundial actual  más que nunca está impregnada del pasado”. A la mirada crítica del trasplante del feudalismo europeo medieval al mundo hispanoamericano se corresponde el hecho de que los personajes se transformen a la vista del público -tal como lo señalan las acotaciones-como si fuera una ceremonia: capa azul y una mitra para Beatriz/de Soto; capa negra con detalles bordó y sombrero para  Leonor Sepúlveda y capa marrón corta  para María  Elena/Las  Casas (los colores adquieren un claro color simbólico).
 
La teatralidad se intensifica en el segundo acto con la confrontación espacial (Sepúlveda en su celda, B. de las Casas en la galería) e ideológica (monólogos paralelos confrontantes) de los oponentes. El primero, apoyándose en Maquiavelo, con la necesidad de salvaguardar el imperio, de deshacerse de del fraile[1], y la defensa de la guerra justa. El segundo, apoyándose  en Santo Tomás  De  Aquino, opuesto a la codicia. También la teatralidad se pone al servicio de conectar el pasado con el presente: las campanadas,  Bach y el  Magnificat  que enmarcan el drama histórico) son reemplazadas por la música de toros  que ilustra la parodia de Leonor sobre la llegada de  Colón y por sobre todo se impone en el desenlace  el sonido de la sirena de una ambulancia en la que será sacado de escena Bartolomé de las  Casas.
 
Como en el caso de Las obreras, obra que Sardi estrenara en 1985, La  Controversia de  Valladolid es el resultado de un examen profundo y exhaustivo de documentos, y la reconstrucción de la época es realizada con una distancia crítica desde la perspectiva de “acontecimiento”[2]. Y nuevamente como sucediera en otras de sus obras (Duse…la  Divina; Locas por el biógrafo, Con olor a agua florida, ¿Vos te creés que es fácil ser Sofía Bozán?), dicha perspectiva es abordada desde la mirada de la mujer. Se instala en este punto el interrogante ¿Las mujeres recuerdan  de modo diferente?
 
María  Elena  Sardi se consolida en La Controversia… como una dramaturga capaz de conciliar ciencia, arte  y ficción,  evidencias e intuiciones, datos e interpretación de esos datos, investigación y memoria para redefinir conceptos como “derechos  humanos”, “civilización”, “barbarie”, “violencia”, “política”, “globalización”. “genocidios”, “teatro histórico” y “responsabilidad social”.

Año II, n°79.
pzayaslima@gmail.com



[1] Esto lo logrará efectivamente  Felipe. Tal como se señala en el texto, ante la quiebra financiera del reino les regalará todo a los encomenderos  y destruirá su lucha y sus escritos.
[2] “Generalmente  parto de investigaciones sobre un tema lo que me lleva  de seis meses a un año, y luego armo la estructura dramática. Escribo desde el escenario, como una actriz que desde el escenario debe decir su texto” ( en:  Perla  Zayas de Lima, Diccionario de  Autores  teatrales  Argentino (1950-1990), Bs. As., Galerna, 1991, pp. 251-2).

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