jueves, 9 de marzo de 2017

III. EL TEATRO Y LOS DISCURSOS NO FICCIONALES.

En las dos últimas entregas me referí a la interdiscursividad presente en textos teatrales contemporáneos, en especial, aquella que es alimentada por la historia y por ciencias como las matemáticas, la biología o la filosofía. De hecho, cabe recordar que hay antiguos registros de interdiscursividad  en otros campos de la literatura: el del derecho en el  Cantar del Mio  Cid (cantar de  gesta), el discurso religioso en el Lazarillo de Tormes (novela picaresca, el discurso amoroso (poesía mística) como ejemplos notables.

En 2003, las Jornadas Literatura Crítica/Medios organizadas por la Universidad Católica Argentina planteaban como un eje de discusión la existencia de lábiles fronteras entre la ficción y la no ficción. No es casual que ese mismo año, se difundiera en nuestro país una nueva edición de la obra de Gilbert Durand, Mitos y sociedades. Introducción a la mitodología (Buenos Aires, Biblos). En este texto se plantea la posibilidad de una subversión epistemológica que elimina la polarización dialéctica irreductible, la exclusión axiológica, y asimismo la posibilidad de desdibujar los límites “entre la marcha científica y el discurso poético” (op.cit., p. 29).

Durand -discípulo de Bachelard - señala que entre los científicos la visión del mundo se asemeja singularmente a otras, muy antiguas: Niels Bohr recurre a un modelo inmemorial, el del taoísmo; Erwin Schrödinger se refiere al vedanta para dar cuenta de las estructuras de la física más moderna; Olivier Costa de Beuaregard, para interpretar las paradojas de la mecánica cuántica recurre a una metafísica cercana a la maya del hinduismo. Por su parte, Bernard d’Espagnat sostiene que el modelo planetario del átomo de Niels Bohr se asemeja planamente al mito de Prometeo y el del Paraíso Terrestre (op. cit., p.39 y sgtes.).

La famosa ruptura entre logos y mythos, entre trivium y quadrivium entre ciencias duras y puras y saberes empírico, estético, místico, poético, se desdibuja en el sentido de una epistemología general renovada, unitaria en su diversidad, sistémica y holística a la vez (op. cit., p.45). No puede sorprendernos, entonces, que exista una coincidencia  entre el desarrollo de las técnicas de la imagen con la constitución de las nuevas físicas (relatividad, mecánica ondulatoria, cuántica, etc.) el nacimiento y expansión del psicoanálisis, la explosión de la etnología y un nuevo discurso de la crítica; todo ello puede apreciarse de modo notable en las producciones teatrales de los últimos tiempos se trate de un drama o de un espectáculo de café-concert.

En dos de mis libros (Carlos Somigliana. Teatro Histórico- Teatro Político y El universo mítico de los argentinos) ejemplifiqué cómo autores de diferentes generaciones y distintas líneas estéticas coincidían en cruzar  historia y teatro . Además de los ejemplos allí citados y analizados creo pertinente mencionar otros aún más actuales: Limbo Ezeiza, de Jorge Gómez (2013) estrenada en el marco de la conmemoración de los cuarenta años de la masacre de Ezeiza en la que se enfrentaron salvajemente distintas facciones del peronismo ante la inminente y esperada llegada del Líder. El familiar, de Oscar Vázquez (2016) sitúa su obra en el  Tucumán de los 70 y el mito rural se asocia con el tema de los detenidos desaparecidos políticos y el autoritarismo. En 2017, dos obras retoman el fenómeno del peronismo: Fanny y el Almirante, de Luis Longhi un teatro político que reúne a dos personajes históricos  la actriz Fanny Navarro, fanática militante seguidora de Perón y el Almirante Isaac Rojas que fue protagonista de la  Revolución que lo derrocó. El encuentro ficcional de ambos revela una posición ideológica que busca reforzar la grieta entre lo que el autor  denomina  “barbarie capitalista” y el movimiento popular. Por su parte. Los días más felices, de Rodrigo  Cárdenas aborda una serie de hechos claves de  la historia reciente del peronismo, ya sea en el poder o fuera de él, en especial el período que va de 1943 a 1973 desde la óptica de los diferentes integrantes de una familia. 

Carlos  Belloso en Dr. Peuser (2001) y  luego en El ojo (2004), imbrica en su monólogo el discurso ficcional con el científico y el autobiográfico, acercándose en la última a la disertación; Después de haber estrenado Somos nuestro cerebro, Rosario Bléfari -en colaboración con Susana  Pampín-  propone en Somos nuestros genes (2005) una clase y/o ensayo de divulgación científica que tiene como temas el origen de la vida, el  ADN-ARN, las mutaciones, los transgénicos, la clonación. Publicado el texto por los libros del Rojas, Universidad de Buenos Aires  también en 2005, significativamente aparece catalogado en Materia(s) como Teatro/ Genética/ Ensayo. Tumbada Blanca en Blanco, de Carina Maguregui estrenada en 2007 bajo la dirección de  Roxana  Randón, llega a escena, según sus creadoras, como expresión de una necesidad de la sociedad argentina, cuando entre los temas urgentes a incluir en la agenda política están -entre otros- el impulso a la defensa de la autodeterminación de los pacientes como derecho inalienable. La obra, atravesada por las preguntas y cuestiones fundamentales sobre el derecho a decidir, la relación médico-paciente y la crisis del sistema de salud argentino, se construye sobre el entrecruzamiento de los discursos del derecho, la ética y la medicina,
Este tipo de propuestas generadas desde la interdiscursividad también alcanzan al teatro para niños. Tal el caso de Melquíades, el Experimentador (2010), de Orlando Barrio, geofísico y actor; presentada en el  Rincón Infantil de la  7° Edición de la  Feria del Libro combina lo lúdico ficcional con la ejecución de distintos tipos de experimentos. Habría que sumarle a estos ejemplos los espectáculos generados hasta nuestros días en el Planetario y en el Museo de  Ciencias Naturales de la  ciudad de  Buenos  Aires.

En distintos mensajes reproducidos por el foro CELCIT, medio de difusión organizado por Carlos Ianni, pueden leerse referencias por parte de los dramaturgos y directores participantes cómo la literatura y el teatro emplea términos tomados de las ciencias biológicas; a la escritura de montaje (entendido como diseminación de préstamos en un nuevo emplazamiento) tal como la explicara Derrida, se la denominó “injerto”. Cómo también del campo de la biología  se toma el concepto de rizoma instalado y difundido por Deleuze y Guattari para  mostrar que toda obra posee un tronco subterráneo del que parte raíces inmediatas  de modo tal que no se puede establecer una jerarquía. Y cómo Einstein, Bohr, Bohm, Eddington, entre otros, incorporan en una dimensión cosmológica el pensamiento en un sentido integral. 

Vimos cómo la intersección entre teatro e historia ofrece numerosos ejemplos. El Foro CELCIT, se hace eco de esta realidad y al referirse a las relaciones entre el teatro y las ciencias sociales reproduce los interrogantes que José Saramago planteara en el Coloquio “Tres voces de expresión portuguesa” (Porto Alegre, Brasil, 1997) a partir de una propuesta previa en el sentido de rehacer una historia a partir de la Literatura: “¿Sería esa nueva historia más exacta o menos exacta que la otra?¿Confrontando esa nueva historia, reelaborando gracias  a los materiales ofrecidos por la Literatura todavía sería posible, por el curso de las fuentes documentales históricas reconstruir todas las versiones desaparecidas? ¿Sería imposible armonizar las contradicciones de los textos literarios erigidos en Historia como lo había sido escribir una historia ‘histórica’, igualmente confiable desde el punto  de vista de todas las partes en ellas implicadas?” Interrogantes que hoy en nuevos contextos aún esperan una respuesta.

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