martes, 18 de octubre de 2016

VICTOR HERNANDO PRESENTA UN NUEVO NÚMERO DE MOVIMIMO. (Parte I).

Movimimo, la primera revista de artes corporales editada por el Teatro de Pantomima de Buenos Aires surge en 1979. Hoy, también dirigida por Victor Hernando, continúa siendo un referente insoslayable para quienes estén interesados no sólo en este tipo de arte sino en las manifestaciones escénicas en general.
 En 1990, reflexionamos con Víctor Hernando sobre  las distintas líneas estéticas  de las escuelas, compañías y directores de mimos[1]. Allí registramos la presencia de saltimbanquis y volatineros que ofrecían números pantomímicos en el siglo XVII, cuya actividad fue descripta y analizada en profundidad en los trabajos de  Raúl Castagnino y Mariano  Bosch. La primera referencia a la pantomima como elenco integrante y característico en el espectáculo aparece en  1799 y nos muestra cómo el estilo de  Grimaldi, contemporáneo de  Deburau, llega al  Río de la Plata en época temprana. Pero este antecedente se pierde para los argentinos de épocas posteriores, quienes, en lugar de rescatar un estilo  regional, buscaron en el viejo mundo una tradición y una técnica que no supieron (o no pudieron ver en su propia tierra. En 1830 aparecen  las primeras referencias de lo que se llamó ballet-pantomima y de un mimodrama primitivo. Y hasta las primeras décadas del  siglo XX la pantomima estuvo cultivada por los payasos de las arenas de los circos, personajes y estilos se imbrican unos con otros, y la pantomima original se funde sin límites precisos con los primitivos saínes. Sólo a mediados del siglo XX,  influidos por las corrientes pantomímicas europeas a través del cine y las presentaciones del mimo francés Marcel  Marceau, que debuta en Buenos Aires en 1957, se reactiva en nuestro país el cultivo de una forma de expresión que, como en Europa, tendrá poco que ver con su pasado clásico.
 
En 1956, el grupo “Los Juglares –bajo la inspiración europea de lo  Barrault y Marceau, discípulos de  Marceau- surge en  Mar del Plata, el primer grupo moderno de pantomima. Y, a comienzos de la década  del ´60  aparecen en Buenos Aires diferentes escuelas de mimos, cada una con sus propuestas. En escenarios oficiales y privados, comienzan a  ofrecerse espectáculos con calificados mimos extranjeros  (Fialki,  Sladek, los mimos de  Noisvander,  Dimitri, Mummenschanz) y paralelamente nuestros artistas participan y triunfan en festivales europeos (Héctor Malamud, Benito Gutmacher, Olkar Ramirez, la dupla Escobar-Lerchundi, son sólo algunos de los nombres).  
 
La década del 70 es fundamental para el desarrollo de la actividad mímica del país a partir de una convocatoria nacional convocada por Alberto Sava para crear la Asociación Argentina de  Mimos, un proyecto que Ángel Elizondo venía impulsando desde 1969.  A lo que se suman: el inicio de la  Escuela de Mimo Contemporánea de Alberto Sava (1972), director del Primer Congreso y Festival Latinoamericano de  Mimo realizado en nuestra capital en  1973; la creación de la  cátedra de Pantomima en la Escuela Nacional de Arte  Dramático de Buenos Aires por parte de Escobar-Lerchundi (1974), quienes en 1979 inauguran su propia Escuela de Mimo con más de setenta alumnos y el primer teatro estable de Mimo del país y Latinoamérica; los espectáculos de Héctor  Malamud, en especial, La gente me ama, en el que introduce por primera vez en el teatro argentino toda la fuerza  del mimodrama, con un lenguaje que no toma prestada ninguna inflexión ni de  Marceau ni de Decroux.
 
Al promediar el siglo XX encontramos  en nuestro país, al menos seis tendencias dentro del mimo argentinos:
-          La accionalista de Ángel  Elizondo
-          La europeísta clásica de Escobar y Lerchundi.
-          La participativa de Alberto  Sava.
-          La de precisión técnica de Willy Manghy.
-          La juglaresca de Olkar  Ramírez.
-          La del Mimo dinámico de Eduardo  Benito.
 
A  pesar de todas estas propuestas, y las “luchas” individuales de Oscar  Kummel en  San Juan,  Daniel  Boedo en  Mendoza,  Ernesto Prince en  Catamarca, Nicolás Jair y Héctor Roskun en  Córdoba, o Pablo Bontá en Buenos Aires, el mimo argentino vive una situación caracterizada por una falta de continuidad de trabajo y de una corriente sólida de intérpretes, autores directores y hasta críticos.
 
Víctor Hernando, mimo, director e investigador nos entrega un nuevo número de Movimimo. Revista de mimo y Teatro  corporal (año XXXVII, n° 17, octubre 2016) de la cual es director y editor. El nombre de la revista responde  a la visión que  Hernando tiene del mimo: “un arte en el que los cuerpos en movimiento están  atravesados por una dramaturgia basada en la acción” (Nota Editorial). Y en función de este enfoque es que convoca para este número incluye  a más de una veintena de artistas, directores y docentes para reflexionar desde sus respectivos campos sobre dramaturgia y mimo.
 
 Se incluye al comienzo una entrevista que le realizara hace ya varios años a Roberto Escobar e Igón Lerchundi y que fuera originariamente publicada  en e1984 en Movimimo. Allí estos dos artistas dan cuenta de su itinerario como actores/mimos y docentes, su relación con Decroux y los motivos por los que eligieron su propia estética. Dos notas informativas abren y cierran este número, respectivamente: la realización  de la  2° Bienal organizada en octubre del corriente año por el Centro de Investigaciones del Mimo en Buenos Aires y La Escena Física de Santiago de Chile, y la creación del Área de Investigaciones en Mimo  (Fac. de  Filosofía y Letras, UBA) de la cual Hernando es Coordinador.
 
La próxima semana me abocaré al comentario de los diferentes artículos.



[1]  Perla  Zayas de Lima y  Víctor Hernando “Teatro de  Mimo”, en  Perla  Zayas de Lima , Diccionario de  Directores y Escenógrafos del  Teatro  Argentino,  Buenos Aires,  Galerna, 1990,  pp. 379-391.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario